Fotografía (y naturaleza) superlativa.



    Si hay imágenes que logran conmoverme son aquellas que fotografían un paisaje, sea cual sea; y cuando la foto está bien construida, nos hace sentir casi como si estuviéramos allí, observando semejante belleza.
    Más allá de mi fanatismo por las fotos de paisajes de cualquier lugar de nuestro mundo (y, en particular, de mi fanatismo por la Patagonia Argentina), esta fotografía podría llevarse el puesto número 1 de mi top 10 de imágenes favoritas.
    El uso de la perspectiva con la linea de horizonte que no solo separa lo llano de la montaña, sino que también divide el color cálido otoñal de la tierra del frío blanco de la montaña y genera un contraste hermoso; el final del camino que coincide con el centro de la imagen a la vez que coincide con la cumbre de la cordillera y, además, allí a lo lejos, las dos personas observando el lugar, diminutas en comparación del resto de lo que hay dentro del cuadro.
    Esta fotografía me hace imaginarme recorriendo ese caminito de tierra para terminar sentada contemplando la montaña (o, quién dice, intentando escalarla también); me remite el clima fresco que te congela los huesos y hasta los deditos de los pies, y ese olorcito a nieve que se siente en el sur. Esta fotografía me hace viajar; y eso, para mí, hace que sea una gran fotografía.

 





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